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Por Jerald F. Dirks (Máster en Divinidad, Dr. en Psicología)
INTRODUCCIÓN
Que Jesús es Dios y hombre simultáneamente se enuncia de forma directa en el llamado Credo de Nicea emitido por el Concilio de Constantinopla en 381 y en la formulación del credo emitida por el Concilio de Éfeso en 431. Sin embargo, la dicotomía simultánea dios-hombre encuentra su máxima expresión en la declaración emitida por el Concilio de Calcedonia en 451:
«…nuestro Señor Jesucristo, perfecto en la deidad y perfecto en la humanidad… en dos naturalezas, que no se mezclan, trasmutan, dividen o separan. La distinción entre las naturalezas de ninguna forma se suprime debido a la unión, sino que la identidad de cada naturaleza se preserva y concurre en una persona y un ser».
Hay dos naturalezas que no «se mezclan» ni «se separan», sin embargo, «la distinción entre» lo humano y lo divino «se preserva». ¿Cómo pueden ser dos cosas distintas una de otra, pero no estar separadas o divididas? Para usar la analogía de las manzanas y las naranjas, una manzana se distingue de una naranja de la misma forma que la supuesta divinidad de Jesús se distingue de su humanidad. No obstante, esa misma distinción hace lógicamente imposible que la manzana y la naranja no estén «divididas o separadas» una de la otra. Es más, uno no puede resolver este dilema arrojando la manzana y la naranja dentro de una licuadora y convirtiéndolas en puré porque la doctrina nos dice que las dos naturalezas no se «mezclan, trasmutan» o «se suprimen debido a la unión». Claramente, esta es una doctrina que solo puede mantenerse recurriendo a la frase «misterio divino» porque desafía toda razón, lógica e intelecto humano.
Quizás debido a que la doctrina de Jesús como Dios y hombre es tan difícil de comprender, uno encuentra una variedad de creencias sobre la naturaleza de Jesús entre los cristianos, a pesar de la declaración «oficial» del Concilio de Calcedonia. En resumen, estas creencias se pueden categorizar en tres posiciones diferentes: 1) Jesús es Dios; 2) Jesús es Dios y hombre simultáneamente; y 3) Jesús fue un hombre inspirado de forma divina por Dios. Es común en las dos primeras posiciones la creencia de que Jesús era divino de alguna forma u otra. En lo que sigue, se abordarán las tres posiciones, aunque las primeras dos se discuten en conjunto, debido a que ambas afirman la divinidad de Jesús.
JESÚS VS. DIOS
La Biblia proporciona varios ejemplos en los cuales Jesús se diferencia como un ser separado de Dios y claramente se subordina a Dios.
Pero nadie sabe ese día o esa hora, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre. (Marcos 13:32).
Jesús le preguntó: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno excepto uno —Dios—».(Marcos 10:18; ver también Mateo 19:17 y Lucas 18:19).
Jesús entonces les respondió: «Sin duda os digo que el Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sino que hace lo que ve que el Padre hace. Pues todo lo que él hace, el Hijo también lo hace».… Yo no puedo hacer nada por mi cuenta propia; juzgo según oigo, y mi juicio es justo, porque no llevo a cabo mi voluntad, sino la voluntad del Padre que me envió.(Juan 5:19, 30).
… mi Padre es mejor que yo (Juan 14:28).
… yo asciendo a mi Padre y tu Padre; y a mi Dios y tu Dios (Juan 20:17).
De estos versos, el último es particularmente llamativo, pues Jesús supuestamente dijo que iba «a mi Dios y tu Dios», lo cual parece ser una negación explícita de que él es Dios. Hay un verso más que es necesario presentar, el cual dice que, después de su ascenso, Jesús «se sentó a la derecha de Dios», lo que implica obviamente que Jesús y Dios son entidades separadas y diferentes.
Entonces al señor Jesús, después de terminar de hablar con ellos, se le alzó a los cielos y se sentó a la derecha de Dios. (Marcos 16:19).
Es muy importante, al abordar este último verso, notar que este no dice que Jesús se sentó a la derecha de «el Padre”, sino que «se sentó a la derecha de Dios». De esta forma, los intentos de rescatar el concepto de Jesús como Dios en este verso no pueden recurrir a contrastar «el Hijo» con «el Padre», sino que se ven obligados a contrastar a Jesús con Dios.
Más ejemplos bíblicos de la separación entre Jesús y Dios están fácilmente disponibles: 1) Santiago 1:13 dice que Dios no puede ser tentado, pero Mateo 4:1-11, Marcos 1:12-13 y Lucas 4:1-15 dicen que Jesús fue tentado; 2) I Reyes 8-27 afirma que Dios no puede morar en la tierra o ser contenido; no obstante, Jesús habitó en la tierra. Además, ¿cómo pudo el cuerpo de Jesús contener lo incontenible? 3) La Biblia dice en varias ocasiones que Jesús rezó a Dios y le pidió cosas (Mateo 14:23, 19:13, 26:39-44, 27:46; Marcos 1:35, 6:45-46, 14:35-36, 15:33-34; Lucas 3:21, 5:16, 6:12, 9:18 y 28, 11:1, 22:41-44, 23:46; Juan 14:16, 17:1-15), lo cual implica la separación de Jesús de Dios y su subordinación hacia él; 4) Dios es todo poderoso, sin embargo, Jesús debió ser fortalecido por un ángel (Lucas 22:43); 5) hablar en contra de Jesús puede ser perdonado, pero hablar en contra del Espíritu Santo nunca será perdonado (Mateo 12:32).
Finalmente, en la Biblia Jesús frecuentemente se refiere a sí mismo como el «hijo del hombre» (por ejemplo, en Mateo 8:20, 9:6, 10:23, 11:19, 12:8 y 12:32, 13:37-41, 16:13 & 27-28, 17:22; 24:27-31, 26:24, 45 y 64). No obstante, la Biblia también afirma que Dios no es un hombre ni el hijo del hombre.
Dios no es un hombre, así no miente; tampoco es hijo del hombre, así no se arrepiente. (Números 23:19).
EL «HIJO DE DIOS»
Algunos cristianos podrían querer aferrarse a la supuesta divinidad de Jesús haciendo referencia al concepto de «Hijo de Dios» como se afirma en Mateo 16:16. Sin embargo, un rápido escrutinio de la Biblia demuestra que «Hijo de Dios» es un título que fue utilizado metafóricamente, no literalmente. Por ejemplo, la Biblia se refiere a todos los individuos y grupos a continuación como «Hijo de Dios»: 1) el pueblo de Israel (Éxodo 4:22; Oseas 11:1-2; y Jeremías 31:9); la subtribu israelita de Efraín (Jeremías 31:9, 20): 3) David (Salmos 2:7 y 89:3, 26-27); 4) Salomón (II Samuel 7:13-14; fue Salomón quien construyó la casa/templo de Dios en Jerusalén); 5) los ángeles (Job 1:6); y 6) todos los israelitas fieles (Deuteronomio 14:1). Como se puede ver en los versos anteriores, la Biblia se refiere a muchas personas y entidades como el «Hijo de Dios».
JESÚS COMO PROFETA
El islam y el Corán consideran a Jesús un hombre, pero un hombre que fue profeta y mensajero de Dios. La Biblia proporciona muchas referencias que indican que los contemporáneos de Jesús también lo veían como un profeta, no una deidad. Una muestra representativa de estas referencias incluye Mateo 21:10-11, 45-46; Marcos 6:14-15; Lucas 7:14-16, 9:7-8, 24:19; y Juan 4:16-19, 6:14, 7:40, 9:17. Como demuestran estos versos, los contemporáneos de Jesucristo lo consideraron un profeta en repetidas ocasiones. No importa si esos contemporáneos fueron las multitudes de Jerusalén, el pueblo israelita en general, aquellos que fueron testigos de los milagros de Jesús, aquellos que hablaron con Jesús y fueron confrontados por él, o aquellos que fueron sanados por él. En todos estos grupos, los versos anteriores del Nuevo Testamento indican que había un consenso de que Jesús era un profeta de un tipo u otro.
Después de presentar lo anterior, se debe reconocer que el lector cristiano probablemente afirmará con rapidez que esos contemporáneos de Jesús estaban equivocados, que lo percibieron mal y que no lo conocían lo suficiente para entenderlo a él y a su naturaleza «divina». Sin embargo, resulta educativo señalar que ni Jesús ni los autores de los libros del Nuevo Testamento antes citados dijeron jamás que los contemporáneos de Jesús estaban equivocados al decir que era un profeta. Además, en varios pasajes del Nuevo Testamento, Jesús parece referirse a sí mismo como un profeta.
El que os recibe me recibe a mí y el que me recibe a mí le recibe a aquel que me envió. El que recibe a un profeta en nombre de un profeta recibirá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un hombre justo en nombre de un hombre justo recibirá la recompensa de un hombre justo.(Mateo 10:40-41).
Se debe denotar varias cosas con respecto a los versos citados anteriormente: 1) la afirmación de que «aquel que me recibe a mí recibe a aquel que me envió» no puede ser utilizada para equiparar la naturaleza de Jesús con la de Dios, a menos que uno esté dispuesto a usar la afirmación de que «aquel que te recibe a ti me recibe a mí» para equiparar la naturaleza de otros con la de Jesús y, entonces, por extensión, con la de Dios; 2) en la primera oración, Jesús, además, se refiere a «aquel que me envió», con lo cual se implica claramente que Jesús estaba subordinado a aquel que lo envió; 3) si la afirmación de que «aquel que recibe a un profeta» no es una autoreferencia de Jesús a su propia condición de profeta, entonces, ¿a qué profeta se está refiriendo Jesús? Esta se convierte en una pregunta crucial porque la supuesta afirmación de Jesús no está hecha en tiempo pasado.
En una segunda afirmación atribuida a Jesús, él se refiere a sí mismo y a haber sido rechazado justo antes por el pueblo de Nazaret después de intentar predicar allí.
Pero Jesús les dijo: «Un profeta recibe honra excepto en su propio pueblo y en su propio hogar». (Mateo 13:57; véase también Marcos 6:1-4, Lucas 4:16-24, y Juan 4:43-44).
En una tercera afirmación atribuida a Jesús, aunque algunas veces es interpretada por los cristianos como referencia a la supuesta crucifixión de Jesús, él nuevamente se refiere a sí mismo como un profeta.
No obstante, hoy, mañana y pasado mañana debo seguir mi camino, pues es imposible matar a un profeta en un lugar fuera de Jerusalén. (Lucas 13:33).
JESÚS Y EL ADOPCIONISMO
Debido a los versos bíblicos anteriores, ¿cómo debe uno entender el título de «Hijo de Dios» cuando se aplica a Jesús? La respuesta la podemos encontrar en el movimiento del adopcionismo durante el cristianismo temprano. La trayectoria del adopcionismo en los inicios del cristianismo empieza con el bautizo de Jesús por Juan Bautista. De acuerdo con las formulaciones comunes del adopcionismo, fue en el momento de su bautizo que Jesús se trasladó a su relación especial o filiación metafórica con Dios, no en su concepción o nacimiento de una virgen. Con respecto al bautizo de Jesús, el relato de Lucas es especialmente relevante. Como se señala en las notas al pie de página correspondientes a la Versión Estándar Revisada y la Nueva Versión Estándar Revisada de la Biblia, los manuscritos griegos más antiguos y las citas de Lucas ponen el verso clave en cuestión como se muestra a continuación.
Cuando todas las personas estuvieron bautizadas, y cuando Jesús también había sido bautizado y estaba rezando, el cielo se abrió y el Espíritu Santo descendió sobre él en la forma corpórea de una paloma. Y una voz llegó desde el cielo: «Tú eres mi hijo; hoy te he engendrado» (Lucas 3:21-22).
«Hoy te he engendrado», es decir, en el momento del bautizo, no en el momento de la concepción. Debido a que Jesús era claramente un adulto en el momento de su bautizo, según esta lectura antigua de Lucas, «engendrado» debe entenderse metafóricamente, no física ni literalmente. En otras palabras, la filiación de Jesús fue una relación creada, no una relación engendrada. Además, antes de que los cristianos contemporáneos rechacen esta antigua formulación de Lucas 3:22, deberían percatarse de que esta misma formulación referente al bautizo de Jesús también se encuentra en Hebreos 1:5a, Hebreos 5:5 y Hechos 13:33. Esta misma redacción también se encuentra en Salmos 2:7 en referencia a David y en el apócrifo Evangelio de los Ebionitas en referencia al bautizo de Jesús.
LA IGLESIA TEMPRANA Y EL ADOPCIONISMO
Se pueden encontrar muchos ejemplos del adopcionismo y de la subordinación de Jesús a Dios en la historia de la iglesia primitiva, por ejemplo los ebionitas, los elcesaítas, los nazarenos (que no deben confundirse con la denominación moderna del mismo nombre), el teodosianismo o monarquianismo dinámico, el arianismo, el anomoeísmo, el nestorianismo y los paulicianos de Armenia. Además, la lista de individuos clave que respaldaron una posición adopcionista o la subordinación de Jesús a Dios parece una biografía de Quién es quién del cristianismo temprano. Entre estos individuos se incluye: 1) Teódoto el Curtidor, un teólogo del siglo segundo; 2) Orígenes, un sacerdote del siglo tercero, y el encargado de la escuela catequística de Alejandría; 3) Dionisio, un obispo del siglo tercero y encargado de la escuela catequística de Alejandría; 4) Pablo de Samósata, un obispo del siglo tercero de Antioquía; 5) San Luciano de Antioquía, un teólogo del siglo tercero; 6) Arrio, un sacerdote de Alejandría del siglo cuarto; 7) Eusebio de Nicomedia, un obispo de Berito y Nicomedia del siglo cuarto; 8) Macedonio, un obispo del siglo cuarto y patriarca de Constantinopla; 9) Aecio, un diácono de Antioquía del siglo cuarto, que después fue ascendido al episcopado en 361; 10) Nestorio, un obispo y patriarca de Constantinopla del siglo cuarto; 11) Teodoro de Mopsuestia, un «guardián de la fe correcta» en la iglesia persa del siglo quinto; y 12) Santa Clotilda, una princesa de Borgoña y reina de los francos salios del siglo quinto y sexto.
Debido a que el espacio no permite una revisión de cada uno de los anteriores, puede ser educativo ver las enseñanzas de Arrio. Arrio enseñó que Dios es absolutamente único e incomparable, es el único que existe por sí mismo, no cambia y es infinito, y debe entenderse en términos de su Unidad absoluta. Dado esta importante primera premisa, Arrio concluyó que: 1) la vida de Jesús demuestra que Jesús no existió por sí mismo, que cambió y creció con el tiempo, aunque fuera solo por haber pasado por los estados de nacimiento, niñez, adolescencia y adultez, y que era finito, pues tuvo un momento definitivo de concepción y nacimiento; 2) por lo tanto, Jesús fue un ser creado por Dios, quien fue llamado a existir de la nada, quien no pudo haber compartido la unicidad absoluta, la inmutabilidad y la infinidad de la Deidad sin comprometerlos, quien no pudo haber sido de la misma sustancia que Dios sin comprometer la Unidad de Dios, y que no podría haber tenido un conocimiento directo de Dios, aparte del que Dios eligió revelarle.
Muchos cristianos creen de forma equivocada que las preguntas concernientes a la naturaleza de Jesús se resolvieron en el Concilio de Nicea en 325 con la emisión de una doctrina que dice que Jesús y Dios estaban hechos de la misma sustancia o esencia. No obstante, una revisión rápida de las decisiones de concilios eclesiales subsiguientes revela que el asunto difícilmente estaba resuelto. Por ejemplo, el Concilio de Antioquía en 341 lanzó un nuevo credo que omitió cualquier mención de Jesús y Dios que dijera que eran de la misma sustancia. Además, en el Concilio de Sirmio en 357, la formulación del credo fue que Jesús no era como Dios. Solo en 381, en el Concilio de Constantinopla, se aplacó temporalmente la posición adopcionista debido a la emisión del llamado Credo Niceno. Sin embargo, el adopcionismo era tan popular, pues probablemente representaba la posición mayoritaria dentro del cristianismo al menos durante el siglo cuarto, que varios concilios eclesiales debieron reafirmar la cristología nicena.
JESÚS EN EL ISLAM
Como muchos adopcionistas entre los primeros santos, teólogos y obispos cristianos, el islam sostiene que Jesús era un hombre, si bien era un profeta y mensajero de Dios que realizó muchos milagros con el permiso de Dios. El islam también afirma el nacimiento virginal de Jesús, pero lo ve como una creación milagrosa, no como un acto de engendramiento divino.
Los ángeles (se le aparecieron) a María y dijeron: «¡María! Dios te ha escogido y te ha purificado. Te ha escogido por encima de las mujeres de todas las naciones…» Cuando los ángeles (de nuevo regresaron a María después de un tiempo) dijeron: «¡María! Dios te albricia con Su Palabra [¡Sea!],Se llamará el Mesías, Jesús, el hijo de María. Será honrado en este mundo, así como en el próximo, en donde se encontrará entre los más cercanos (a Dios)…» Dijo [María]: «¡Señor mío! ¿Cómo he de tener un hijo si no me ha tocado hombre?” Le respondió: “¡Así será! Dios crea lo que quiere. Cuando decide algo, solo dice: ¡Sea!, y es.» El ejemplo [de la creación] de Jesús ante Dios es como el de Adán, a quien creó del barro y luego le dijo: «¡Sé! », y fue. (Corán 3:42, 45, 47, 59).
En lo que se refiere a la idea de Jesús como hijo de Dios en cualquier sentido literal, el Corán rechaza firmemente esa posibilidad, así como lo hicieron los santos, teólogos y obispos cristianos antes mencionados.
No es correcto (decir) que Dios ha tomado un hijo. ¡Toda la gloria sea para él! ¡Cuando él decide algo, dice: «¡Sé!», y es. (Corán 19:35).
(Extracto del libro "Comprender el islam fácilmente")
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Tabla de contenidos
Apartado II: artículos generales
¿Por qué existe el mal y el sufrimiento?
Por qué creo en Dios — testimonio de un musulmán
El Corán, la ciencia moderna y más
El islam y el racismo
El islam: ¿la solución a los problemas sociales de Estados Unidos?
Algunas virtudes musulmanas (dichos del profeta)
Apartado IV: islam y cristianismo
Puntos en común: judaísmo, cristianismo e islam
Expiación vicaria en la «sangre del Cordero»
La Biblia y la ciencia moderna